Lo que crees o quién crees que necesites te va a controlar.
Otro término, que es más bíblico, para estas aparentes “necesidades” se llama adoración. La adoración es el término bíblico para nuestros anhelos y es lo que toma lugar en el centro causativo o al nivel del corazón de todas las personas. Somos motivados por lo que adoramos, verdaderamente, hemos nacido adoradores. La pregunta que nunca preguntamos en consejería es: “¿estás adorando?” Hemos sido hechos por nuestro Creador para adorar, eso está claro. La pregunta que siempre se debe preguntar es: “¿qué estás adorando?”
En las tres ilustraciones anteriores, estos individuos tienen una estructura de adoración que los motiva a buscar a aquellos que satisfacen sus definidas y aparentes necesidades de amor, aceptación o respeto. El problema de este tipo de teología centrada en sí mismo es que niega los dos grandes mandamientos de amar a Dios y amar a los demás de manera suprema. Ver Mateo 22:36-40
Si mis necesidades más profunda dependen de llenar mi copa de amor, aceptación y/o respeto, entonces no puedo cumplir lo que Dios me está llamando a hacer: amarlo a Él y a los demás. Este tipo de amor por uno mismo lleva al individualismo y una total inhabilidad de glorificar al Salvador.